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martes, 19 de julio de 2011

Correspondencia de Abelardo y Eloísa

Leer Cartas de Abelardo y Eloísa (google e-books) Eloísa a Abelardo (Olvídate de mí) de Alexander Pope, en español.
Materia pendiente eran las cartas de Abelardo y Eloísa. Las leí de una edición muy vieja que encontré digitalizada en google-books. Quizás no sea lo más recomendable, puesto que el español en que están traducidas es un poco antiguo y, por este motivo, la acentuación y ortografía distan mucho de las actuales. 
En esta edición, de 1826, el editor ha recortado fragmentos de la carta que manda Abelardo a Filinto (que es la ocasión que da inicio a la correspondencia con Eloísa). No queda claro si estos recortes se deben a un propósito sintético o a un prurito puritano, pues parece ser que algunos segmentos son considerados subidos de tono por quien hace la nota introductoria. Textualmente: hay expresiones que puestas en idioma vulgar ofenderían los oídos castos (Abelardo y Eloísa escribían sus cartas en latín). .....Para quien no conoce la historia, estos sucesos tienen lugar en el siglo XII. Eloísa es una joven de quince o diecisés años, que vive bajo la tutoría y cuidado de su tío Fulberto (canónigo de la catedral de París), quien contrata a Abelardo (reconocido filósofo de treinta y siete o treinta y ocho años) para que la instruya. Abelardo y Eloísa se enamoran y, tras unos meses, ella queda embarazada, motivo por el cual Fulberto entra en malos tratos con el maestro. Abelardo decide subsanar esta relación casándose con Eloísa, a pesar de la renuencia que ésta manifiesta ante el matrimonio. Las nupcias se celebran en secreto y los amantes mantienen oculta su condición. Pero Fulberto no considera suficientemente reparado el honor de su sobrina y sale a pregonar la noticia de la boda. Ella, para proteger a su marido (a quien le serían negados los rangos eclesiásticos de divulgarse la relación) niega el matrimonio, dejando así a su tío en ridículo frente a la comunidad. Fulberto, por consiguiente, comienza a maltratar a su sobrina, por lo que Abelardo la envía al monasterio de Argentuil. Creyendo el tío que Abelardo la secuestra y oculta para proteger su perfil académico, decide tomar venganza de ambos y manda a castrar al amante. 
Debido a que imperaba la ley del Talión, ya sabemos lo que les pasó a los perpetradores (la investidura protegió al canónigo de sufrir el mismo fin, en vez su pena se redujo al destierro y a la confiscación de bienes). 
Tras los incidentes, Abelardo confina a Eloísa al claustro y luego él hace lo mismo. Ella toma los votos luego de dar a luz a un niño al que llama Astrolabio en honor a la lección aplazada en la que lo concibió. De este niño se sabe prácticamente nada, a excepción del nombre y de que fue retirado del cuidado de la madre cuando era bebé. 
Quedan así separados y es una carta que Abelardo dirige a un amigo la que llega inesperadamente a las manos de Eloísa. En ella él intenta consolar a un triste compañero contándole sus propias penas:
Por la triste relación que me haces de tus desgracias veo cuan necesitado te hallas de pronto y eficaz consuelo; pero ¿crees, querido Filinto, ser el hombre único que llora y padece en el universo? ¡Ay de mí, a quién te diriges! [la gente no cambia mucho a través del tiempo] Sabe y contempla mis desgracias, y las tuyas te parecerán menos sensibles luego que las compares...
O sea, que Eloísa se entera de todas las desventuras ocurridas a su amado mediante esta carta (Abelardo fue en ese decurso acusado de herejía y corrido de varios monasterios).
Ella inicia entonces la correspondencia. En total el libro cuenta con cinco cartas y tres poemas. Dos de estas poesías están escritas en nombre de Eloisa y una de Abelardo, pero en realidad son paráfrasis. Se trata, como indica el traductor, de interpretaciones libres puestas en verso por otros autores que, al parecer, las recopilaciones agregaban al final de la correspondencia. ....Hay muchas versiones para chequear, pero es bueno echarle un ojo a esta Cartas de Abelardo y Eloísa (1814), editada en Valencia, por José Ferrer de Orga, (ver la última página) porque en ella se colocan los nombres de los autores de las poesías (en la versión que leí no estaban, y he visto que hay gente que busca con ahínco la traducción al español del poema de Alexander Pope Eloísa a Abelardo, o más comúnmente llamado Olvídate de mí). Pues bien, este poema es el que aparece en la página 79 de dicha edición (ver página 77, allí se aclara el autor). También pueden encontrarlo traducido en otra versión española Correspondencia de Abelardo y Eloísa (1826) yendo a la página 121. .....En una edición más prolijamente digitalizada, que ocupa dos tomos de trescientas páginas cada uno (que incluye la versión original, en latín): Cartas de Abelardo y Heloísa (1839, Barcelona, Imprenta de A.Bergnes), se encuentra esta queja indignada de los editores: Verdad es que los librejos que hasta ahora han recorrido España bajo el título de Cartas de Abelardo y Eloísa eran muy poco al caso para presentar a los dos amantes bajo su verdadero punto de vista. En dichas cartas (parodiadas más bien que "traducidas libremente", como dicen las posdatas), el formidable rival de San Bernardo y la eruditísima abadasa del Paracleto hablan la insípida jerga de los amartelados vulgares de la novela; y hasta en sus retratos se han cometido los anacronimos más deplorables. 
Si debemos fiarnos de esta versión que asume una aproximación más real de los retratos, los amantes deberían lucir más o menos así: ...
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Sigamos con el contenido: .Dice Eloísa:
...el tiempo, que todo consume, no ha podido destruir el odio de estos contra ti, y tu virtud se ve aún perseguida, prometo publicar nuestras desgracias en diferentes idiomas para avergonzar al siglo injusto que no te ha conocido: nada omitiré...

 

Y no omite nada. Contrasta mucho su naturalidad con el recato que opone Abelardo al dirigirse a ella, por momentos gélido. Tanto se contiene Abelardo en honor a la virtud, y tanto le pide ella de verlo que él termina soltándole una perorata más del amor a Dios (el único amor que constituye una virtud) y ofreciéndole sus restos:
...no para derramar lágrimas, que ya no será tiempo: viértelas ahora para apagar en ellas ardores criminales: entonces me verás, para fortificar tu piedad con el horror de un cadáver, y mi muerte, más elocuente que yo, te dirá qué es lo que se ama cuando se ama a un hombre.
Fiel hijo de la escolástica, resulta menos abierto (a pesar de toda su filosofía) que Eloísa, quien incluso se atreve a cuestionar preceptos que para él son incuestionables. Para ello tiene una hábil estrategia, suelta sus ideas y luego se reprende a sí misma. Sin embargo, por más empeño que pone Abelardo, se le sueltan frases como estas:
Hice voto de olvidarte, y sólo he olvidado el voto.
¡Nada espero del amor, y no puedo consagrarme a la virtud!
Entiéndase virtud como una manera consecuente de obrar respecto de las pautas divinas. Implica la renuncia a los placeres terrenales y a todo tipo de pasiones. Y también estas otras:
...y si no triunfas de ella, bien puedes perder la esperanza de tu eterna salvación: ¿y yo qué partido quieres que tome? ¿quieres que, rebelde al Espíritu Santo, ahogue sus inspiraciones, y vaya por complacerte a enjugar las lágrimas que el demonio te hace verter?
*
En todo caso, ninguno de los dos triunfa del amor, más bien representan un papel socialmente aceptable:
Procuro, cuanto menos, ocultar mi caída a las vírgenes que confiaste a mi cuidado[1]. Todas admiran mi virtud; pero si sus ojos penetrasen hasta lo íntimo de mi corazón ¿qué cosas no descubrirían? Allí, verían amotinadas mis pasiones, y que yo, gobernándolas a ellas, no puedo gobernarme a mí misma. [...] Esta criminosa ficción es loable de algún modo; así no causo escándalo a las gentes del siglo, tan propensas a formar malos juicios, ni perturbo la virtud de estas palomas, cuya conducta me está confiada: con un corazón henchido de amor hacia un hombre las exhorto a que amen a Dios solamente.
El mundo que comúnmente se engaña en sus juicios, me cree sosegado; y como si no hubiera amado en ti sino la satisfacción de mis sentidos, piensan que te he olvidado. ¡Qué grosero error! Sin duda creo que imaginaron que el dolor y vergüenza de verme cruelmente maltratado me hacían abandonar el siglo; como si mi amor, ingenioso en buscar contentamiento, no fuera capaz de inventar mil placeres tan sensibles como el de que me privó Fulberto.
*
El amor visto como una tentación diabólica, la culpa por sentirlo, la pasión incontrolable, las confesiones y los recuerdos dominan las letras. Testimonio del amor que Abelardo siente por Eloísa queda no sólo en las cartas sino también en Historia de mis desventuras, la autobiografía de Abelardo, escrita en 1132 (que es en realidad la carta dirigida a su amigo Filinto). Copio una parte del estudio preliminar hecho por José María Cigüela, que me parece significativo:
Evidentemente, en los amores entre Abelardo y Eloísa no se guardaron los cánones reinantes en el amor cortesano: "las realidades del amor no son sublimadas hasta las alturas del amor platónico; el amor físico de la criatura no conduce al amor del creador; la dama no es aquí la reina, sino la esclava". No se trata de la expresión clásica del amor. Son amores más bien salvajes, atormentados por los conflictos entre la fe y la pasión. Nada hay de idealización en estos amores, todo es humano. Eloísa está dispuesta a sacrificarse enteramente por su amado. No quiere ser su esposa porque serlo redundaría en desmedro de la carrera de Abelardo. Lo llama "su único". Realmente esto no entraba dentro de las normas del amor cortesano que reinarían a fines de siglo.
------------------------------------------------------------- Algunas imágenes -------------------------------------------------------------
1- Abelardo y Eloísa tal como aparecen en el Roman de la Rose (siglo XIV) 3- Abelardo y Eloísa sorprendidos por Fulberto, por Jean Vignaud (1819) 2- Abelardo y ELoísa, por Robert Bateman (1879) 4. Abelardo y Eloísa, por Edmund Blair Leighton (1882) 5- Códex Manesse 6- Sepulcros de Abelardo y Eloísa en el cementerio Père Lachaise, de París. 7-Abelard and Heloise, Eleanor Fortescue Brickdale 8- Aberlard and Eloise, Óleo de Ke-Hsin Jenny Chi.

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[1]Eloísa era la abadesa del Paracleto, el convento levantado por orden de Abelardo, tenía a su cargo la instrucción y cuidado de las monjas.

4 comentarios:

Nelson dijo...

Hay una película que está inspirada en esta historia. "Stealing heaven" o algo así, aunque creo que la situación, en la película fue modificada. Tú sabes, el espectador debe irse de la sala congraciado.

Noelia A dijo...

Nelson, sí, la vi. Está basada en una novela que, a su vez, se inspira en los hechos. No es para nada fiel a los sucesos reales, ya que en la historia verídica ellos no se ven más una vez separados (en la película se ven cuando viejos, y hasta ven al hijo ya mayor...)

José A. García dijo...

¿Son los mismos Abelardo y Eloisa del tema de Sabina?

Leía las cartas y me acordaba de Cyrano, no sé por qué...

Saludos

J.

Noelia A dijo...

José, creo que Sabina se debe haber insipirado en ellos, seguramente...
A Cyrano no lo conozco, o sea, no lo leí.

Saludos

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